Mientras aguardaba hoy que lleguen los estudiantes a clase -en nuestro medio es una excentridad llegar puntualmente a cualquier citación- me asomé a uno de esos recónditos rincones de nuestro manicomio: la 'escalera de escape' que existe, casi secreta, en la parte posterior de cada pabellón.
Guardamos la imagen de esa escalera que parece devorarse a sí misma enroscándose sobre su estructura helicoidal, hambrienta de su propio giro, ávida de un escape pero sin poder escapar de sí: un Ouroboros.
La retórica es previsible: viéndola uno puede preguntar de qué se escapa, o a dónde es el escape, y a fin de cuentas cómo se escapa de la escalera misma si la puerta ostenta un sólido candado de reluciente metal.
atrapados sin salida... ¡ay! ¡que dejen la puerta sin candado, please!
ResponderEliminarEsta alegoría autofágica me hace recordar al Catoblepas, el mítico ser que Vargas Llosa cita en su inspiradora obra "cartas a un joven novelista", como un mecanismo que alimenta el motor creativo del literato, un motor que se alimenta de sí mismo. A propósito, dicha obra vargallosiana sale en la genial película "tinta roja" dirigida por Pancho Lombardi. Esta película está muy inspirada en "conversación en la catedral".
ResponderEliminarEl Catoblepas sería una linda mascota, sin duda.
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