«El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona,
y cuando el entusiasmo desaparece, ahí queda, como un hijo pródigo
a quien el poder echó de casa, contemplando los miserables
céntimos con que la compasión alivió su camino.»
«Como el canto del ruiseñor, entre las sombras, es en medio de
los más profundos sufrimientos donde suena divinamente
a nuestros oídos la canción de vida del mundo.»
y cuando el entusiasmo desaparece, ahí queda, como un hijo pródigo
a quien el poder echó de casa, contemplando los miserables
céntimos con que la compasión alivió su camino.»
«Como el canto del ruiseñor, entre las sombras, es en medio de
los más profundos sufrimientos donde suena divinamente
a nuestros oídos la canción de vida del mundo.»
Hölderlin, Hyperión.
EL CONSENSO PÚBLICO
¿No es más bella la vida de mi corazón
desde que amo? ¿Por qué me distinguíais más
cuando yo era más arrogante y arisco,
más locuaz y más vacío?
¡Ah! La muchedumbre prefiere lo que se cotiza,
las almas serviles sólo respetan lo violento.
Únicamente creen en lo divino
aquellos que también lo son.
(Versión de Federico Gorbea)
LAS PARCAS
Dadme un estío más, oh poderosas,
y un otoño, que avive mis canciones,
y así, mi corazón, del dulce juego
saciado, morirá gustosamente.
El alma, que en el mundo vuestra ley
divina no gozó, pene en el Orco;
mas si la gracia que ambiciono logra
mi corazón, si vives, poesía,
¡sé bien venido, mundo de las sombras!
Feliz estoy, así no me acompañen
los sones de mi lira, pues por fin
como los dioses vivo, y más no anhelo.
Dadme un estío más, oh poderosas,
y un otoño, que avive mis canciones,
y así, mi corazón, del dulce juego
saciado, morirá gustosamente.
El alma, que en el mundo vuestra ley
divina no gozó, pene en el Orco;
mas si la gracia que ambiciono logra
mi corazón, si vives, poesía,
¡sé bien venido, mundo de las sombras!
Feliz estoy, así no me acompañen
los sones de mi lira, pues por fin
como los dioses vivo, y más no anhelo.
(Versión de Otto de Greif)
EDADES DE LA VIDA
¡Oh, urbes del Eufrates!
¡Oh, calles de Palmira!
¡Oh, bosques de columnas sobre el llanto desierto!
¿Qué sois?
De vuestras coronas,
al haber traspasado los límites
de aquellos que respiran,
por el humo de los dioses
y su fuego fuisteis despojadas;
pero sentado ahora bajo nubes (cada
cual reposando en su propia quietud)
bajo robles hospitalarios, en
la umbría donde pacen los corzos,
extrañas se me hacen y muertas
las almas venturosas.
(Versión de Nicolás Suescún)
CUANDO YO ERA NIÑO
¡Oh, calles de Palmira!
¡Oh, bosques de columnas sobre el llanto desierto!
¿Qué sois?
De vuestras coronas,
al haber traspasado los límites
de aquellos que respiran,
por el humo de los dioses
y su fuego fuisteis despojadas;
pero sentado ahora bajo nubes (cada
cual reposando en su propia quietud)
bajo robles hospitalarios, en
la umbría donde pacen los corzos,
extrañas se me hacen y muertas
las almas venturosas.
(Versión de Nicolás Suescún)
CUANDO YO ERA NIÑO
Cuando yo era niño
un dios solía salvarme
del griterío y la cólera de los hombres;
entonces jugaba , tranquilo y bueno,
con las flores del bosquecillo
y las brisas del cielo
jugaban conmigo.
Y así como regocijas
el corazón de las plantas
cuando ante ti
extienden sus dulces brazos,
así alegrabas mi corazón,
¡padre Helios!, y, como Endimión,
era tu amado,
sagrada Luna.
¡Oh vosotros todos, leales,
amigos Dioses,
si supiéseis
cómo mi alma os ha querido!
En verdad, no os llamaba entonces
con nombres, y vosotros
nunca me nombrábais, igual que los hombres se llaman
como si se conocieran.
Y no obstante os conocía mejor
que nunca he conocido a los hombres;
comprendía el silencio del Éter;
jamás comprendí las humanas palabras.
Me educó lo armonioso
de la arboleda susurrante
y fui aprendiendo a amar entre las flores.
Yo crecí en brazos de los dioses.
(Versión de José Ma. Valverde)
MITAD DE LA VIDA
Con amarillas peras
y llena de rosas silvestres
asoma la tierra en el lago;
vosotros, cisnes benignos,
embebidos de besos
sumergís vuestra testa
en el agua sagrada y virgen.
¡Ay de mí! ¿Dónde buscar
durante el invierno las flores,
dónde el fulgor del sol
y las sombras del suelo?
Están los muros en pie
mudos y fríos, en el viento
rechinan las veletas.
(Versión de Luis Cernuda)
Rúbrica del lírida.
Johann Christian Friedrich Hölderlin (1770-1843), poeta alemán de los más descollantes en los tiempos habidos, poeta de la poesía y poeta de los poetas, en palabras de Martin Heidegger, tuvo su vida quebrada por la locura. Se asume que padeció cuadros catatónicos, atribuibles a proceso esquizofrénico. Jaspers incluyó su caso en 'Genio y Locura' y sabiamente advirtió que los psiquiatras podían entender lo psiquiátrico del caso Hölderlin pero casi nada de lo poético, que es casi como no comprender en absoluto lo que tienen entre manos.
Hablar sobre locura y genialidad ha de implicar sin duda tocar el espinoso tema de la cordura, y tocarlo sin hincarse es recordar su paradójica etimología: cordura tiene la misma raíz etimológica que acorde y cordial (cor, cordis). El corazón, como dice Llopis, es el símbolo del mundo común o normal. (Léase Botella J. Etimología del Corazón. Rev Esp Cardiol 2004; 57(4): 327-30.)
Aunque es más frecuente asociar el temperamento artístico a la bipolaridad, dado que esquizofrenia y bipolaridad comparten numerosos genes, sin duda el de neurregulina 1 pudo poseerlo en sus genes nuestro Hölderlin. El vate germano también dijo (vate - vaticinio): 'El lenguaje es el bien más precioso y a la vez el más peligroso que se ha dado al hombre.' Y acertó en su videncia pues el desarrollo del lenguaje en la especie humana estaría asociado a la evolución de patologías como la esquizofrenia que padeció.
La Poesía de Hölderlin, límpida y destellante, es muchas veces críptica pero nunca transige con la medianía ni lo pedestre. Su trascendente eco nos llega desde su vesanía terrible y cruel pero que no pudo acallar su voz. El poeta, consciente de su sino, lo advirtió: 'Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas ni se convertirían en espíritu si no chocaran con el destino, esa vieja roca muda.'
ENLACES:
- Poemas de la Locura (los versos inéditos de Hölderlin, que redactó durante su larga enfermedad), en Scribd.
- Segovia F. Hölderlin: locura y santidad. Fractal n° 18, julio-septiembre, 2000, año 4, volumen V, pp. 87-105.
La torre de Hölderlin en Tubinga, donde pasó los postreros años de su existencia terrenal.
interesante. no pude revisar los poemas inéditos, me salió un mensaje indicando que mi compu tiene una versión antigua de adobe flash player y que debo actualizarla, voy a usar otra compu... gracias por compartir esta información
ResponderEliminarsu "h" parece el foquito de giro sin tornillos...
ResponderEliminarSURATA ARABE de C. E. Paz-Soldán
ResponderEliminar¿Te dicen que estoy loco?
No lo creas.
¿Te dicen que estoy cuerdo?
Ponlo en duda.
¿Quien es capaz de profanar la albura
del Alma cuando expresa sus ideas
en pró de la razón o la Locura?
Cantos del ocaso, 1959
Esa sería la parte poética de la locura de Hölderlin que Jaspers temía pudiese escapársenos a los psiquiatras. Uno podría asumir la simple y pedestre explicación histórica de la dicotomía cartesiana que reputaba al espirítu como inmutable, inaccesible al desvarío, que mas bien provenía de la materia corrupta, pero la Poiesis ofrece una más valedera vislumbre.
ResponderEliminarGracias por el aporte, Ivo.