Recientemente en un diario español ha sido publicado un artículo con el drástico título: Dios está en el cerebro. En él se compilan a discreción argumentos emanados de la psicología cognitiva, la antropología cultural y la teoría evolucionista pretendiendo demostrar que, en vista de que la mayoría de deidades tienen cualidades explicables por las limitaciones e idiosincrasia del intelecto humano, ergo, este es un argumento decisivo para probar la creación de la deidad por el mismo humano que la reverencia y adora.
El artículo de divulgación neurocientífica se instala en una serie de publicaciones actuales donde la neurociencia ofrece flamantes explicaciones a una serie de fenómenos que, ora se enriquecen con dicho enfoque pues resulta ser enjundiosamente heurístico, ora se empobrecen pues el objeto de estudio es tan amplio que el enfoque, sobremanera exigido, acaba en reduccionista y maniqueo.
Nos permitimos por ello comentar algunos puntos de vista que pudieran enriquecer la reflexión teológica ahora que ya se ha iniciado la cuaresma. Principiamos con el enigmático título: ¿qué tiene ver Dios con una tetera?
Bertrand Russell (1872-1970), filósofo y matemático galés, Premio Nobel de Literatura en el año 1950, enunció la ingeniosa argumentación conocida como la tetera de Russell. Resumidamente podemos enunciarla así:
"Si yo sugiriera que entre la Tierra y Marte hay una tetera de porcelana que gira alrededor del Sol en una órbita elíptica, nadie podría refutar mi aseveración, siempre que me cuidara de añadir que la tetera es demasiado pequeña como para ser vista aún por los telescopios más potentes. Pero si yo dijera que, puesto que mi aseveración no puede ser refutada, dudar de ella es de una presuntuosidad intolerable por parte de la razón humana, se pensaría con toda razón que estoy diciendo tonterías. Sin embargo, si la existencia de tal tetera se afirmara en libros antiguos, si se enseñara cada domingo como verdad sagrada, si se instalara en la mente de los niños en la escuela, la vacilación para creer en su existencia sería un signo de excentricidad, y quien dudara merecería la atención de un psiquiatra en un tiempo iluminado, o la del inquisidor en tiempos anteriores. Es costumbre suponer que, si una creencia está muy extendida, tiene que haber algo de razón en ella. No creo que nadie que haya estudiado historia pueda sostener este punto de vista. Prácticamente todas las creencias primitivas son absurdas."
Con esta analogía, Russell pretendía refutar la idea de que es tarea del escéptico demostrar la inexistencia de Dios. Russell afirmaba que las afirmaciones de la religión son no falsables, esto es, que es imposible poder demostrar su falsedad por su misma estructura y que esto era aprovechado a favor de la postura teísta mediante la falacia ad ignorantiam: si no se puede demostrar la falsedad de algo, entonces necesariamente es verdadero. (El artículo original de Russell aquí).
Pero ahí no queda la cosa: de modo más festivo e iconoclasta se han elaborado parodias de religión que cuestionan, denuncian y caricaturizan las inconsistencias de determinadas creencias religiosas, por ejemplo entre las parodias más conocidas tenemos la Religión del Monstruo de Espagueti Volador, la Unicornio rosa invisible, y algunas otras.
Richard Dawkins, reconocido científico y autor del best seller "El gen egoísta", ha incursionado en los terrenos de la discusión teológica con un libro traducido al castellano eufemísticamente como "El espejismo de Dios" (la versión original inglesa es cruda: "The God Delusion").
Entre otros , Dawkins ofrece el siguiente argumento:
"La razón por la que la religión organizada merece hostilidad abierta es que, a diferencia de la creencia en la tetera de Russell, la religión es poderosa, influyente, exenta de impuestos y se la inculca sistemáticamente a niños que son demasiado pequeños como para defenderse. Nadie empuja a los niños a pasar sus años de formación memorizando libros locos sobre teteras. Las escuelas subsidiadas por el gobierno no excluyen a los niños cuyos padres prefieren teteras de forma equivocada. Los creyentes en las teteras no lapidan a los no creyentes en las teteras, a los apóstatas de las teteras y a los blasfemos de las teteras. Las madres no advierten a sus hijos en contra de casarse con infieles que creen en tres teteras en lugar de en una sola. La gente que echa primero la leche no da palos en las rodillas a los que echan primero el té."
De Dawkins conviene ver los siguientes videos relacionados con el tema (hacer click en los enlaces para apreciar los videos):
Finalmente, en esta época en que pueden manifestarse las creencias religiosas o antirreligiosas en diversos ámbitos, algunos tan inusuales como los buses, lo que antes habría originado severos castigos y hasta la pena capital, debemos congratularnos de que la religión que acunó a la Santa Inquisición ahora pretenda erigirse en férrea defensora de la vida humana. Nunca es tarde.
El genial libro de Dawkins, llamado "El delirio Dios", critica duramente la postura del agnosticismo. Esa fue una de las sopresas fundamentales que abarcaron tanto a moros como a cristianos en este debate de la existencia de dios. Muchos creen que el agnosticismo es la única respuesta racional a ese debate, debido a que la ciencia no puede comprobar la existencia o no existencia de dios. Sin embargo no es posible afirmar esa tesis desde el punto filosófico, ya que es imposible negar que algo será imposible de conocer ( a, sin, gnosia conocimiento), ya que si reconocemos que algo existe, aunque no podamos medirlo o experimentarlo, no podemos negar que lo conoceremos en algun momento. Russel peca de comodón al calificar los argumentos de los teístas conmo no falseables, ya que una proposición puede ser verdader, falsa o no hay una tercera opción. Si decimos que la tercera opción es no falseable, también podemos decir que no es verificable, y si algo puede ser no falseable o no verificable, simplemente es algo que no puede llegar a ser. He leído varias veces la obra de Dawkins y me parece una de las más grandes obras de la filosofía contemporánea. Un abrazo.
ResponderEliminarMi querido amigo Tony:
ResponderEliminarTodavía recuerdo esa época prehistórica del primer año de medicina en Trujillo cuando yo cité durante un diálogo informal a mi admirado Russell y tú criticaste con interesantes argumentos varias de sus opiniones. Sinceramente yo desde esa época y quizá desde antes ya no he revisado mi postura religiosa. Aceptaré, eso sí, con descaro, que mi displicencia me insta repetidas veces a la poltronería filosófica.
Muchas gracias por tus comentarios.