jueves, 19 de marzo de 2009

Día de perros




Ayer tuve guardia diurna:

- Un paciente agitado, que digo agitado, recontrasuperarchiagitado en pleno consultorio, con una severidad tal que hace varias lunas no se veía. Pese a las dosis repetidas de medicación sus atronadores gritos seguían sobrecogiéndonos hasta que fue derivado. Son gajes del oficio ciertamente -se podría preguntar irónicamente , ¿sólo un paciente agitado?-, pero:

- Los familiares de otro paciente, que estaba de alta, se presentaron con una especie de elegante y pomposa tinterillada solicitando "reconsideración de alta" (?). Era ya su 8° día en Sala de Observación de Emergencia, porque...

-Desde hace varios días no hay camas en pabellones de internamiento, por lo que las seis escasas camas de la Emergencia suelen hallarse saturadas y varias veces tenemos pacientes en sillas de ruedas o camillas en el pasadizo y además...

- Dos pacientes adictos en el Servicio de Emergencia deben ser reinternados en Pabellón de Adicciones pues han agredido repetidas veces a sus familiares en sus fugas para consumir PBC, pero no pasan a dicho pabellón porque están suspendidos los ingresos por disposición de la Dirección General debido a que...

- Hace unas semanas un paciente fugó del pabellón de Adicciones descolgándose por una ventana: según el Director del Instituto dicho pabellón por tanto no reune condiciones para internar pacientes -pero tampoco han sido dados de alta todos los que están internados en ese pabellón como sería congruente- y...

- Desde hace ya más de un año se han suspendido los internamientos de pacientes menores de 18 años en pabellón porque, según el responsable del área "no se dispone de condiciones adecuadas". Esto conlleva a que adolescentes psicóticos o chiquillas anoréxicas también deban quedar en Emergencia aún si su condición amerita un internamiento más duradero, porque...

- En el Instituto hay alrededor de 95 camas, sólo 95 camas pero atiende a todo el cono norte de Lima y pacientes de otras zonas del país -el cono norte ha crecido explosivamente y debe tener cerca de tres millones de habitantes- pero desde su
fundación en 1982 el Instituto no ha incrementado sustancialmente el número de camas; perdón, miento vilmente pues...

- En Emergencia, donde habían cuatro camas y dos cuartos de aislamiento, ahora se cuentan estos cuartos de aislamiento como ¡camas! -es decir, por arte de birlibirloque aumentaron 50% de camas en Emergencia- con la consecuencia de...

- Que si se llenan las seis camas como ayer y todos estos días últimos, al llegar un paciente agitado como ayer y todos estos días últimos, se tiene que sacar a otro de su lecho y pararlo en el pasadizo mientras se atiende y eventualmente se sujeta al otro que está agitado mientras...

- Hoy nuestras iluminadas autoridades se congregan -fuera del Instituto, por cierto, para que los gritos de los orates no los turben- a enfrascarse en la discusión casi bizantina de ¿qué queremos ser, hospital o instituto?

Por suerte mía, cuando estaba sumiéndome en la desesperanza aprendida, salí a tomar el aire y observé en un antediluviano franelógrafo del Instituto estas noticias -no ofrezco el link en la web institucional porque en la oficina de comunicaciones se toman su tiempo, sí que se toman su tiempo...-:






Ahhhh, fue una casi orgásmica sensación de complacencia y bienestar bajo la proverbial sabiduria y providencia de nuestras autoridades, salomónicas siempre y siempre oportunas pues están donde deben estar: en las fotos de develaciones de plaquitas posando rozagantes y sonrientes -a propósito, el nuevo sistema informático ¿irá a servir para el trabajo clínico?-.

Que día de perros ni ocho cuartos, luego de ver estas fotitos de nuestros omnímodos jerarcas el día de perros trocóse en un día más de felicidad en este lugar bendecido por los dioses. No se asocie laxamente el título que cita al mejor amigo del hombre. En ese instante no pude soportar tanta felicidad por trabajar en la Emergencia de este centro de salud -perdón por el lapsus, quise decir instituto- y en el acto corrí a abrazar y a agradecer a nuestros jefes por el sólo regalo de su bienhechora existencia:


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